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Una charla con el artista del casco del Norwegian Breakaway, Peter Max

  • 21 de agosto de 2014
  • Por: Whitney Kimmel
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Diseño artístico del casco del Norwegian Breakaway de Peter Max

"Realmente no puede pasar. A Peter no le agradan las visitas inesperadas y hoy no tiene programado recibir a nadie".

La asistente de Peter Max salió desde la parte posterior de su abarrotado escritorio y rodeó el frondoso macetero de plantas situado junto a ella en un pobre intento de detenernos en nuestra intención de seguir la visita por el vestíbulo del estudio.

Mis padres hace poco que han vuelto de un crucero de Norwegian Cruise Line, en el que han descubierto y se han enamorado del trabajo de Peter Max en una de las galerías de arte a bordo. Muchas compras (y Martinis) después, de alguna forma consiguieron la dirección del estudio del famoso artista en Nueva York.

Durante nuestra siguiente visita, decidimos pasar por allí, asumiendo que su ámbito creativo seguramente incluiría una galería de arte. Caminando con nuestros cuellos subidos para protegernos del frío aire primaveral, buscamos en cada acera cualquier indicador de una galería, mientras sentíamos el helado aire. Nada.

El área era casi toda residencial, de manera que luego de buscar durante veinte minutos estábamos listos para darnos por vencidos, pero de pronto vimos a un hombre joven salir de un edificio revestido en piedra sin ninguna distinción especial. Haciendo un último y desesperado intento, le preguntamos si de casualidad conocía a Peter Max y si sabía dónde podría estar su estudio. Resultó ser que este hombre acababa de estar arriba dejando suministros para Max y accedió con gusto a dejarnos entrar en el edificio.

El desvencijado ascensor nos dejó frente a la puerta de un departamento. Un antiguo portero eléctrico con un colorido letrero que decía "Por favor, toque timbre" descuidadamente adherido al botón era el único indicador de que tal vez habíamos dado con el lugar correcto.

El espacioso interior del lugar ostentaba filas de estantes con lienzos apilados, un muro con televisores e infinidad de pósters y una pequeña sala de estar en la parte posterior, iluminada por la luz del sol. Todo el lugar era una gran explosión de color. Las tan conocidas ilustraciones de Max que componen la serie de la Estatua de la Libertad, como así también varios retratos de celebridades, podían vislumbrarse a través de su particular estilo de arte y sus figuras cósmicas.

Peter Max es tal vez uno de los artistas modernos más famosos, y mejor remunerados, de Estados Unidos. Sus pinturas psicodélicas se han convertido en íconos de la cultura pop. Su arte gráfico ha adornado productos de GE, un sello de 10 céntimos, aviones Boeing de Continental Airlines y el barco de cruceros Norwegian Breakaway de Norwegian Cruise Line con sede en Nueva York. Max ha sido el artista oficial de la Copa del Mundo 1994, de cinco Super Bowls y de otros incontables acontecimientos con celebridades. En una oportunidad, lo invitaron a pintar una de las instalaciones de la Casa Blanca, a la que el entonces presidente de la nación, Ronald Reagan, le añadió, con ánimo de bromear, unas cuantas pinceladas antes de dar su aprobación.

Peter Max en su estudio

El simple hecho de estar cerca de su estudio fue un honor. De mala gana, la asistente de Max nos permitió dar un breve paseo entre sus obras de arte luego de hacerle la solemne promesa de que no tocaríamos nada (no importaba, habíamos logrado entrar). Mientras estábamos frente al muro con los televisores, escuchamos a la alarmada asistente explicando que había un grupo de extraños en la parte posterior y que ella no se había imaginado que la última entrega llegaría al estudio ese día.

Peter Max acababa de llegar.

Intercambiamos miradas, preguntándonos en silencio qué deberíamos hacer.

Atrapados en la parte posterior del estudio, girábamos en círculos con impotencia mientras buscábamos un lugar para ocultarnos.

Y luego apareció.

Su fino cabello y su blazer de terciopelo completaban el retrato del singular artista. Nos saludó con un gesto amigable y cordialmente, aunque con algo de precaución, nos preguntó quiénes éramos y cómo habíamos encontrado su estudio.

Max nos dio un tour personalizado, haciendo pausas para reflexionar sobre los recuerdos asociados a cada obra de arte y para contarnos un montón de anécdotas acumuladas durante décadas, entre ellas, las fiestas de Andy Warhol, la sensación de crear arte en un "lienzo" tan enorme como lo era un crucero, sus encuentros con presidentes del presente y el pasado, y sus inocentes coqueteos con Britney Spears y Marilyn Monroe. A medida que iba hablando, cada pintura parecía cobrar vida junto con la fuente de inspiración que le había dado origen.

Aunque Max recibió una educación clásica, se aferró al arte pop que comenzó a surgir como tendencia en los 60 para lograr una aceptación más amplia por parte del público. Nos explicó que cada artista puede decidir entre dos alternativas: lograr buenos ingresos, e incluso ser famoso, durante su vida y arriesgarse a que lo critiquen por hacer el tipo de arte que más aceptación tiene o desafiar al mundo del arte y arriesgarse a ser un artista brillante pero pobre, cuya obra solo se reconocerá después de su época.

Difícilmente podríamos considerar a Max un artista pobre. En 1969, Max apareció en la portada de la revista LIFE Magazine con el titular "Retrato del artista como hombre muy rico". Su trabajo incluso consigue hacer algo que muchos otros artistas populares no consiguen hacer.

Generalmente impregnadas de crítica social o política, las obras de Max logran un delicado equilibrio entre la belleza estética y la profundidad necesaria para dar cuenta de la situación cultural del momento. La serie que creó en honor de los hombres y mujeres que prestaron sus servicios durante la tragedia del 9/11 o los 44 retratos de Obama para conmemorar a nuestro 44° presidente, entre otras obras, reflejan su imaginación y sensibilidad, al tiempo que despiden una energía estilo Warhol, que suele imitarse y que es amada por todos.

El trabajo de Max es como él: luminoso, audaz y repleto de color y emociones... sin duda trascenderá su vida. Incluso es probable que su alcance supere el del casco de un crucero.

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Sobre el/la columnista

A Whitney le gusta tanto viajar que decidió huir del noroeste y mudarse a Miami para poder vivir donde se vacaciona. Vivió en tres países y siete estados, y espera que la lista siga creciendo. Sus lugares preferidos para escaparse son Singapur y la costa Amalfitana. Whitney sufre de una pasión crónica por viajar... y aunque mientras servía en los Cuerpos de Paz aprendió que muchas enfermedades son curables, se dio cuenta de que esta no.

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